La cueva, de dos metros de ancho por 1,20 de alto, se halla en un lugar muy poco accesible y alberga una serie de pinturas elaboradas con almagre, según explica Sosa, que prefiere no desvelar el emplazamiento exacto de la estructura para no comprometer su conservación hasta tanto no se tomen las medidas de protección necesarias. En concreto, el conjunto lo conforman hasta seis paneles rupestres en los que se representan varios motivos de filiación indígena, «similares» a los localizados en otros enclaves de Gran Canaria, como, por ejemplo, la cueva de Majada Alta, en Tejeda.
Pedro Sosa, coodirector de la empresa Arqueología D3, advierte de que no se trata de la única cueva pintada de la Isla, valga si no el ejemplo de la de Gáldar, pero subraya, y lo dice con conocimiento de causa, dado que está especializado en el mundo rupestre, que «se trata de un conjunto único por la exclusividad de sus motivos». Y se explica. Los trazos que los indígenas pintaron en esta cueva solo habían aparecido hasta ahora «en forma de grabados en la piedra, pero no pintados».
Entre los elementos que destaca Sosa están los de tipo antropomorfo (figuras con forma humana) y los geométricos. De los primeros dice que recuerdan a los motivos que fueron grabados sobre la piedra en el barranco de Balos, en Agüimes (derecha). Apunta que en algunos aún se distinguen los dedos marcados de su autor. Mientras que los segundos los asemeja a la decoración pintada de las cerámicas anteriores a la conquista, que, por cierto, «también se realizaban con almagre».
Este joven arqueólogo descubrió la cueva al mediodía del 21 de enero de 2017 en compañía de María Dolores González, pero el 30 del mismo mes decidió compartir su secreto con sus compañeros en Arqueología D3, los también arqueólogos Hacomar Babón y Abel Galindo, con quienes advirtió el potencial arqueológico del enclave en el que se halla esta estación rupestre, en cuyo entorno se conservan más cuevas de habitación, que, según Sosa, «darán más que hablar sobre el modo de vida de los antiguos canarios».
Así se ve...
Se aprecian, con cierta dificultad por la pérdida de intensidad del almagre, cuatro motivos. Hay uno pisciforme o ramiforme, dos de tipo geométrico y otro, el inferior, antropomorfo.
Imagen tratada.
A través de la aplicación de DStretch, un programa informático especializado que resalta los pigmentos al tratar las imágenes, Pedro Sosa logra identificar los motivos más nítidamente.
Una mancha.
No todo lo que está pintado en la cueva tiene una forma definida. Valga el ejemplo de la derecha. En el saliente de esta roca se vislumbra tenuemente una mancha rojiza de almagre.
¿O un dibujo?
Al darle un tratamiento digital a la imagen, la mancha ya no parece una simple mancha. Se atisban pequeñas nervaduras, pero podrían ser fruto de la erosión del almagre, que se habría difuminado.
Fuente: Canarias7 | 18 de febrero de 2017
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Fecha: February 21, 2017 at 03:25PM
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