Los más recientes hallazgos en torno al Proyecto Arqueológico Subacuático Hoyo Negro, relacionado con Naia, el esqueleto más antiguo encontrado en América, serán compartidos en el marco de la 82 Convención anual de la Society for American Archeology (SAA).
El doctor James C. Chatters (izquierda), uno de los codirectores del proyecto, será el encargado de dar a conocer los nuevos descubrimientos en torno dicho esqueleto hallado en Tulum, Quintana Roo, y que ahora se sabe que corresponde a una joven de entre 15 y 16 años que vivió hace casi 13.000 años en lo que hoy es la península de Yucatán.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) destacó que se trata de una de las investigaciones más importantes que lleva a cabo, a través de la Subdirección de Arqueología Subacuática, cuya titular es la maestra Pilar Luna Erreguerena, quien también dirige el proyecto de Hoyo Negro.
Recordó que los científicos que colaboran en este proyecto, incluidos el propio doctor Chatters, de Applied Paleoscience DirectAMS, en el Estado de Washington, y los doctores Vera Tiesler y Andrea Cucina, de la Universidad Autónoma de Yucatán, han trabajado intensamente con estos restos óseos.
Como resultado de este esfuerzo colectivo, se sabe que Naia medía 152 centímetros y pesaba un máximo de 50.4 kilos cuando estaba bien alimentada, ya que el estudio de sus dientes y sus huesos largos demostró que a menudo pasaba épocas de carencia extrema. También se sabe que se había roto un brazo, el cual sanó antes de su muerte, la cual ocurrió al caer en la oquedad de 60 metros de diámetro y 55 metros de profundidad, conocida como Hoyo Negro.
Uno de los hallazgos más significativos son múltiples líneas de evidencia, incluyendo el interior de su hueso púbico, que sugieren que Naia pudo haber dado a luz meses antes de fallecer. A decir de los especialistas, estos hallazgos proponen que la vida de los primeros pobladores de América, o por lo menos de algunos de estos grupos que llegaron a través del Estrecho de Bering, procedentes de Siberia, no fue idílica por encontrarse en una tierra nueva y abundante, sino al contrario, fue sumamente difícil y llena de carencias.
El esqueleto de Naia fue descubierto en 2007 por Alejandro Álvarez, Alberto Nava y Franco Attolini, miembros del Proyecto Espeleológico Tulum (PET), quienes junto con Roberto Chávez Arce, han sido un elemento clave en los trabajos de descubrimiento y recuperación, no solo de los restos humanos sino de parte de un gran depósito de fauna pleistocénica extinta.
Además del apoyo del INAH para el estudio de Naia, se han recibido otros de National Geographic Society, Childrens’ Orthopedic Hospital de Seattle y la Universidad de California en San Diego, esta última a través del trabajo de Vid Petrovich y su equipo en el área de diseño de softwares para modelos tridimensionales tanto de los huesos como del propio sitio, concluyó el INAH.
Fuente: 20minutos.com.mx | 29 de marzo de 2017
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