“Mis ojos jamás pudieron dar con un hombre que tuviera el corazón de Odiseo, de ánimo paciente, ¡Qué no hizo y sufrió aquel fuerte varón en el caballo de pulimentada madera, cuyo interior ocupábamos los mejores argivos para llevar a los troyanos la carnicería y la muerte! Viniste tú en persona -pues debió de moverte algún numen que anhelaba dar gloria a los troyanos- y te seguía Deífobo, semejante a los dioses. Tres veces anduviste alrededor de la hueca emboscada tocándola y llamando por su nombre a los más valientes y, al hacerlo, remedabas la voz de las esposas de cada uno de los argivos”.
Esta es la primera mención sobre el caballo de Troya que hace Homero en la Odisea, escrita alrededor del siglo VIII antes de Cristo. Mientras en el palacio de Menelao (legendario rey de Esparta) se celebraba un banquete de bodas aparece Telémaco, hijo de Odiseo y Penélope. Poco después llega Helena, que había sido raptada por Paris y originó la guerra de Troya. Es el propio Menelao el que cuenta el pasaje.
La leyenda del caballo de Troya aparece en la Odisea de Homero
Detalle del Vaso de Mikonos (Museo Arqueológico de Mikonos, Grecia), del siglo VII a. C. Se trata de una de las más antiguas representaciones del caballo de Troya.
El profesor Francesco Tiboni (izquierda) de la Universidad Aix Marsella, ha puesto en duda que el caballo de Troya fuera realmente un caballo. En un artículo publicado en la revista Archaeologia Maritima Mediterranea, Tiboni considera que el caballo de madera construido por el soldado Epeo “fue en realidad uno de los barcos que los antiguos griegos solían llamar Hippoi”.Durante siglos se interpretó este suceso mitológico como una gran demostración del ingenio humano, una trampa que finiquitó de un plumazo una guerra enquistada. Pero, ¿qué pasaría si todo lo que creímos saber a partir de este episodio no fuera cierto? ¿Y si la leyenda no dice realmente lo que siempre se ha interpretado?
“(El caballo) no es un recipiente sagrado, sino un mercante con una cabeza de caballo en el mascarón de proa comúnmente utilizado por los marineros fenicios y levantinos para comerciar y pagar tributos a reyes extranjeros reyes. Un barco conocido por los autores griegos de la era clásica y posiblemente también por Homero”, apunta.
El profesor Francesco Tiboni pone en duda que el caballo de Troya fuera realmente un caballo
Pausanias no fue el único autor antiguo que negó el mito del caballo de Troya. A esa teoría se apuntaron el dramaturgo Eurípides (Las Troyanas), el poeta épico egipcio Trifiodoro (La toma de Ilión) o Quintus Smyrnaeus (su Posthomerica continúa la narración de la guerra de Troya).
“A pesar de su importancia cultural, las evidencias arqueológicas de este episodio, tanto textuales como iconográficas, son extremadamente pobres en la antigua Grecia. Solo aumentan durante las épocas romana y moderna, posiblemente debido al papel jugado por la Eneida de Virgilio”, explica Francesco Tiboni.
Su conclusión es que, analizando el episodio desde el punto de vista naval, "la arqueología sí permite dar una respuesta a la duda de Pausanias”. Los hippoi fenicios eran embarcaciones ligeras, rápidas y maniobrables que se propulsaban gracias a las velas y los remos. Sus mástiles eran fácilmente desmontables.
Foto: Barcos fenicios 'Hippoi' (detalle de un bajorrelieve del palacio de Khorsabad, antigua Dur Sharrukin, la 'Fortaleza de Sargón', capital del imperio asirio en el momento de Sargón II, 722-705 aC). (París, Louvre).
Los hippoi fenicios eran embarcaciones ligeras, rápidas y maniobrables
Los hippoi fueron ampliamente usados en el periodo precolonial (desde finales del segundo milenio a.C. hasta el siglo VIII antes de Cristo), cuando los marineros fenicios tenían como misión principal descubrir nuevos emplazamientos costeros. Estos barcos permitían huir con facilidad si las cosas se ponían feas durante alguna exploración.
Su calado era reducido, lo que facilitaba navegar ríos y acceder a zonas de poco fondo. Los tartesios utilizaron estas embarcaciones con asiduidad y hay indicios de varios viajes a la zona de Cádiz o a lo largo de las costas atlánticas. El propio Homero reconoce en su obra que el barco de Ulises sería una variante del hippoi.
“Examinando las evidencias textuales, iconográficas y arqueológicas consideramos -dice Tiboni- que estos hippos (barcos) se convirtieron en caballos después del período homérico. El barco fenicio rompiendo la pared de Troya pudo convertirse en un caballo como consecuencia de una posible malentendido que, en tiempos posteriores, ha sido ampliamente aceptado por los eruditos. El significado original de la palabra hippos, de hecho, se perdió en la traducción”.
Fuente: lavanguardia.com | 3 de noviembre de 2017
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