Hace algunos años tuve la oportunidad de visitar el yacimiento localizado en la cueva de Kozarnika, situada al noroeste de Bulgaria, no lejos de la frontera con Serbia. La ocasión surgió con motivo de dos conferencias en el Instituto Cervantes de Sofía, que nos permitió contactar con los dos únicos equipos de arqueólogos que trabajaban en sendos yacimientos de ese país. Como suele ocurrir entre vecinos muy próximos, los miembros de los dos equipos no tenían una relación fluida. Así que no quedó más remedio que quedar con ellos en días diferentes.
El arqueólogo Nikolay Sirakov lideraba las excavaciones en la cueva de Kozarnika junto con un colega francés. Sus medios eran muy limitados, en un país donde una gran parte de la población había tenido que emigrar. Durante nuestro viaje por carretera (algo más de 200 kilómetros) desde la capital y la pequeña aldea cercana a la cueva fue imposible encontrar un solo lugar para detenernos a tomar un café. Es más, atravesamos una ciudad fantasma, totalmente abandonada tras la desmembración de la Unión Soviética y que en su día fue un lugar próspero dedicado a la minería. Al menos disfrutamos de un paisaje espectacular de montes y bosques vírgenes.
En un valle idílico se abría la entrada, alta y estrecha, de la cueva de Kozarnika. Sirakov nos relató que tiempo atrás había sido utilizada para guardar material bélico. Pero la cueva fue abandonada por los militares y pudieron iniciarse excavaciones. Varios sondeos de pocos metros cuadrados habían permitido llegar hasta los niveles más profundos, que habían proporcionado varias herramientas de piedra de manufactura muy arcaica. Su datación se ha fijado entre 1,4 y 1,6 millones de años por lo que esas esas herramientas representan la evidencia más antigua conocida de la primera ocupación del continente europeo desde la península de Anatolia a través del Bósforo. Si los humanos ya estaban en la República de Georgia, a las puertas de Europa, hace al menos 1,8 millones de años, la ocupación del continente tuvo que suceder muy poco después de esa fecha. Será fascinante conocer algún día el aspecto de aquellos primeros europeos.
Hace más de diez años de aquel viaje y Sirakov ha conseguido algunos logros junto al equipo francés con el que colabora. Se han realizado sondeos escalonados para obtener datos de épocas distintas. En uno de los sondeos, datado entre 128.000±13.000 y 183.000±14.000 años mediante el método de luminiscencia (OSL) se localizó en 2013 un húmero infantil junto a una abundante industria musteriense. Su estudio se publicado en la revista Journal of Human Evolution, en un trabajo liderado por la paleoantropóloga francesa Anne-Marie Tillier. La edad del individuo al que perteneció este húmero, que apenas mide 69 milímetros, se ha estimado entre tres y seis meses después del nacimiento. A pesar de ello, este fósil muestra ya algunos de los caracteres diagnósticos de los neandertales. No es una sorpresa que los neandertales ocuparan el noreste de la península balcánica, pero resulta interesante encontrar restos de la especie en una zona muy poco explorada por falta de recursos.
Esta región fue lugar de paso de todas las poblaciones que colonizaron Europa, y la cueva de Kozarnika se encuentra en el lugar oportuno. Quizá tengamos ocasión de escuchar con más frecuencia este nombre por futuros hallazgos, y cabe desear que se lleve a cabo una exploración arqueológica intensa de todo este territorio, que tiene muchas claves para conocer la naturaleza de las diferentes entradas de grupos humanos en Europa occidental.
Fuente: quo.es | 19 de diciembre de 2017
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De: Historia y Arqueología
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Autor/Editor: Aníbal Clemente
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